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martes, 6 de abril de 2010

THE SECT.(parte 4)

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Cap 7

No podía creer en lo tonto que había sido al dejar caer el armamento desde el balcón. Estábamos en un real peligro y apenas si pude enviar mi mensaje a la policía , luego de varios intentos. Si ellos no tomaban en serio mi llamada estaríamos perdidos.Volví junto a Marian y vi que estaba aterrada por lo que estaba viendo en el salón. El hombre de la capa roja procedía en ese instante a desnudar a la joven prisionera en el altar, que al parecer no se daba cuenta de lo que estaba a punto de sucederle.
No daba crédito a lo que veían mis ojos, cuantas películas había visto de encapuchados sacrificando a una chica y ahora en este instante en este preciso momento, lo estaba viviendo en primera persona. Me parecía surrealista, ella tumbada totalmente desnuda semiatada y no se daba cuenta de que la iban a sacrificar, que estaba a punto de morir. Allí ante ella un ser encapuchado, demoniaco, que solo con verlo me recorría un sudor frio por todo mi cuerpo, el pánico me había invadido, no podía dejar de temblar.
Veía el perfil de Marian, en la semi oscuridad, en su semblante se notaba el terror que sentía en ese momento. No supe cómo decirle que estábamos tan indefensos como esa muchacha que yacía en poder de ese ser diabólico y que si nos descubrían nos matarían. ¿ cómo decirle que ya no teniamos las armas, porque en un susto de niño las dejé caer?
La chica era poseída por el diablo, y quien lo representaba era el jefe de la secta. Supe que su muerte era irremediable, como irremediables eran mis temblores, mis temores, miraba a Andriu, con la certeza de que aquel seria también nuestro fin. En mis recuerdos y mi memoria ya no estaban esos dulces momentos junto a mi esposo, por mi mente pasaron imágenes de esta noche con Andriu, y que hizo que mi cuerpo vibrara como nunca antes lo había hecho.Esta mal decirlo, pero en cierta manera, me alegraba de que mi esposo hubiera desaparecido ya que sino nunca hubiera compartido con Andriu ese momento breve pero tan intenso. Lo mire a los ojos y él me sonrió, para tranquilizarme. Pero cuando mire hacia el altar y vi que ese diablo se disponía a acuchillar a la joven, salió de mi interior un grito, que retumbó por todo el salón. Se produjo un pesado silencio y los allí presentes, elevaron los ojos hacia nuestra posición. Nos habían descubierto y todos venían a por nosotros.
Era nuestro fin. Tomé a Marian por los hombros y mirándola a los ojos le dije: "Quédate aquí y no te preocupes, volveré por ti", y antes de que los encapuchados llegaran hasta el lugar me escabullí entre los corredores interminables de la abadía.
Un par de aquellos hombres cayeron sobre mí, me apresaron y me llevaron ante el espantoso ser de capa roja. Solo podía ver sus ojos malignos, ya que escondía su rostro tras una máscara macabra. De repente mire a todos lados ya que olía al perfume de Andreu, ese que tantos recuerdos me traía. Entonces note como me empezaba a desnudar ese enloquesido ser ante la mirada atenta de los demás. Al quitarme la blusa acaricio mis pechos, sé que no era un momento como para excitarse, pero no se qué paso…….. me había quedado sin voz, pero tampoco tenía ningún sentido el gritar, ya que esos gritos solo me aterrarían a mí misma, Mientras dos de su sequito me sujetaban de los brazos el extraño de la capa roja se arrodillo ante mí, sin apartar su mirada de mi cara, me bajo la falda, acariciando mis muslos por dentro, luego bajo mis bragas y note su aliento en mi sexo. Cuando ya estaba completamente desnuda me colocaron sobre una mesa roja, sobre la cual, supongo, iba a ser poseída por él. Mientras la chica estaba en la otra mesa, no dejaba de gritar. El hombre cogió nuevamente el cuchillo y se dirigió hacia ella, quería cerrar los ojos pero no podía dejar de mirarla, su cara estaba desencajada y sus ojos desorbitados. Mire a todos lados esperando que Andriu apareciera y a la vez pensando que lo mejor era que se fuera ya que si no moriríamos todos para nada. MUERTE...MUERTE...MUERTE...Los gritos del salón pidiendo que la mataran se clavaban en mi cabeza, el estaba frente a ella y de una sola tajada degolló su blanco cuello, abriéndolo de par en par, la sangre salía a chorros, la chica movía sus piernas y tenia convulsiones aun estaba viva, moriría desangrada y la siguiente seria yo. Note como caian las lagrimas por mis mejillas y cerré los ojos, estaba resignada.
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Cap 8
Busqué un resquisio por donde salir al exterior de la abadia y recuperar mi mochila, pero la puertas y ventanas habian sido cerradas en su totalidad. Mi mente trabajaba a mil revoluciones por minuto, tratando de encontrar la manera de terminar con ese ritual demoníaco. El cántico de los presentes retumbaba en el ambiente aterrador.MUERTE...MUERTE...MUERTE...El coro macabro y el clavicordio estaba en su apogeo. Una sensación de vacio me invadió al comprobar que estaba solo contra esa enloquecida multitud que colmaba el recinto. Unos pasos sonaron detras de mi. Me sumergí entre el cortinado negro que llegaba hasata el piso y la pared y quedé inmovilizado. Los pasos tambien se detuvieron por un instante y pude sentir la respiración de álguien muy cerca de mi. Mi corazón yacia en suspenso, sentí mi alma pender de un hilo, cuando la mano de ese ser que yacia cerca de mí, apartó violentamente el cortinado. Un angustiante pavor sacudió mi cuerpo y en una reaccion que ni se donde me nació me hizo avalanzar contra el encapuchado y tomandolo de la garganta comencé a afixiarlo. Una fuerza desconocida se habia apoderado de mi y cuando me di cuenta estaba en el suelo, tumbado sobre la rolliza anatomía del hombre que ya estaba sin vida. Procedí de inmediato a quitarle la capucha y la bata negra y me cubrí con ellas. Tomé un puñal que llevaba en su cintura y tambaleante comencé a bajar hacia el enorme salón. Extrañamente me sentí arrastrado hacia el mismo estado de exitación que reinaba en los ahi presentes. Me invadió un total sentimiento de desvarío, de rara confución y al momento de observar al ser maligno degollar a la joven y ver su roja sangre inundar la estancia me sorprendí a mi mismo elevando los puños al cielorazo y clamando MUERTE...MUERTE...MUERTE...El brillo de la enorme hacha que volvió a relucir en las manos del rojo encapuchado me sacó de ese estado febril y maléfico que me había poseído. Lo vi avanzar triunfante hacia la mesada roja de Marian y contemplarla con una furia y enajenación descontroladas. Si no intentaba nada sería su final.Tantee en mis bolsillos y extraje el encendedor. Tomé el extremo de uno de los cortinados que rodeaba el salón y lo encendí. Fueron segundos que me parecieron eternos. Y era que el tiempo se había detenido en una especie de éxtasis mortal. El hacha se elevó en el aire, ahí se detuvo unos segundos, en suspenso. Me hice una pregunta fatal: ¿qué sería primero?¿ el hachazo partiendo el cráneo de Marian o el crepitar de las llamas a mis espalda?MUERTE ...MUERTE...MUERTE, rugía la concurrencia.FUEGO...FUEGO...FUEGO, el grito desgarraba mi garganta.Una humareda negra se elevaba desde el costado en medio de ese climax de pavor. De repentes las llamas se levantaron flameantes, imparables, devoradoras. La confución fue mi aliada. Mientras muchos de los presentes corrian para salvarse de las llamaradas yo salté como una fiera sobre el ser de la capa roja. Las llamas ya consumían el salon y las batas de muchos encapuchados que corrian desesperados avivando mucho más el fuego que se extendia a los cuatro costados. Mi lucha contra el representante del maligno era a vida o muerte. Sentía los hachazos silbando a centímetros de mi cabeza. Busque el puñal que había ocultado entre mis ropas, y tras largo batallar logré clavarlo en el pecho de mi enemigo.Cayó retorciendose de dolor mientras que corrí hacia el altar y desaté las ligaduras de Marian. En ese momento los ojos de ella, desorbitados, me indicaron que algo andaba muy mal. Con un esfuerzo enorme de su parte me arrojó sobre un costado al tiempo que un sonoro hachazo se clavaba en la madera de la mesada. Sin perdida de tiempo me levante y tomé al encapuchado y lo empujé hacia el piso. Mientra vi que Marian se apropiaba del hacha y en un violento golpe la acestaba en la frente del diabólico ser que estalló en sangre. El salon yacía aun en llamas, los concurrentes en su mayoría habian salido huyendo del fuego. Un espeso humo había invadido la estancia. Marian con una palidéz mortal en su rostro se arrastraba hacia el cuerpo del encapuchado. Tomó la pesada hacha y la desenterro del cráneo del jefe de la secta. Lo agarró de la capucha y tiró violentamente de ella. El rostro de Harry, su esposo, mi amigo, quedó al descubierto en medio de un charco de sangre. La sirenas policiales se dejaron oir en el silencio de la noche y pronto nos vimos rodeados de uniformados.La pesadilla habia terminado O QUIZAS, NO HABÍA HECHO MAS QUE COMENZAR.
THE END.
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