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viernes, 5 de marzo de 2010

La venganza del Vampiro.


HISTORIA DE AMOR Y MIEDO
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Año 1895
Mi nombre es Lucien. Llevo más de dos años durmiendo en esta tumba olvidada. Navego en un estado soporífero, sumido en un letargo eterno y silencioso. Me siento elevado en medio de un limbo lúgubre, en donde la conciencia se desvanece y parece flotar en un ambiente desolador. Me niego abrir los ojos en esta oscuridad. Solo hay algo que impide a mi alma buscar la libertad hacia ese paraíso imaginario que una vez soñé. Hoy me atan pesadas cadenas que aprisionan mis sentidos... doblegan mi voluntad. Y es esa sensación de odio...ese deseo de venganza, lo que me mantiene alerta en esta especie de sopor. La realidad me despierta al fin...se presenta en mi mente derribando las murallas de mi propio espanto...estoy muerto en vida. Prisionero en mi ataúd, preso del silencio y de la soledad...y espero...espero el fatídico momento de rebelarme a éste, mi inaceptable destino. Me muevo apenas en mi pequeño claustro, este al que me arrastraron una noche fatal, cuando doblegado al accionar invasivo del veneno, sucumbí a la desvastadora parálisis multi-orgánica que me dejó sin ninguna defensa.
No solo envenenaron mi cuerpo, sino también mi alma que clama venganza y no descansará hasta ser complacida y vea torrentosos ríos de preciosa sangre correr desbordada...caliente...roja...han sido meses, dias, horas...interminables. Mi organismo poco a poco ha ido regenerándose, limpiándose a la par que mi corazón se fue convirtiendo en una dura roca, árido y con sed de justicia. La humedad del mausoleo, el abandono y el tiempo han trabajado conjuntamente en mi favor. El féretro huele a moho, a metal oxidado. Su deterioro me brindará la oportunidad que llevo años esperando. La libertad y la posibilidad de vengar la afrenta sufrida, lavar el honor y reparar la humillación a que fui sometido por mi esposa Elibeth y su complaciente amante.
Encojo mis rodillas con gran esfuerzo para hacer presion contra la tapa del ataud...mi cuerpo entumecido se arquea con dificultad...mis venas resecas se contraen violentamente...y mis brazos empujan hacia arriba.
Cruje el metal de mi estrecho claustro y de pronto la tenue luz del atardecer se sumerje de lleno en mis dilatadas pupilas...mis ojos inmenzamente abiertos sucumben ante el rayo mortecino que se filtra desde los altos vitrales del mausoleo.
Soy libre...al fin.
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Soy Elibeth, vivo atrapada en mis sueños, no se distinguir la realidad de la fantasía. Llevo un volcán en el interior de mi cuerpo, me he convertido en una depredadora vampiresa, insaciable y sexual.Tal es que atenté contra la vida de Lucien, mi esposo, para poder estar con mi amante y mientras lo vi retorciéndose de dolor, mi cuerpo llegó al clímax. Estaba muy excitada, ese día había sido mi mejor corrida, mi mejor orgasmo.Era la primera vez que había atacado a alguien a quien había amado tanto y me di cuenta que me gustaba, que me atraía la idea de correrme sin ser tocada, sin ser penetrada.
Malcom llego a nuestra mansión en busca de trabajo, una tarde de invierno en que la nieve caía en un espeso manto blanco. Nos encontrábamos en una época de recesión y escaseaba la mano de obra. Eso y sumado el recelo de los habitantes del valle de la comarca hacia nuestra oscura mansión, de la que muchos permanecían alejados, hizo que Lucien aceptara de inmediato al joven forastero. Su porte atractivo, su juventud y lozanía pronto me cautivaron, mientras que la lisa y apetitosa yugular latiendo en su cuello, se convirtió en el blanco irresistible de mis deseos más primarios... Al verlo cada mañana con su torso desnudo, mis colmillos sedientos y afilados se dejaban entrever, quería hincarle el diente y nunca mejor dicho. El me miro yo iba con un camisón blanco y transparente, no llevaba nada bajo el mismo, el se quedo mirando fijamente hasta que mi mirada fue a parar a la suya, se dio la vuelta y cuando se dispuso a salir de la habitación di un salto y me coloque tras de él.Podía sentir su corazón palpitar a ritmo acelerado y podía oler su sangre esa que quería saborear ,de la misma manera, que quería que el saboreara mi orgasmo.Mi primer instinto fue tirarme a su cuello y dejar sus venas vacías, frías, muertas.Pero el al notarme tan cerca, se dio la vuelta y mis ojos miraron la anatomía saliente de su pantalón. Por un momento casi creí que me había corrido. Baje mi mano hasta su paquete, el se dejo hacer, cuando se acerco a besarme lo separe de mi, le hice jurar que a partir de ese momento seria mi esclavo y yo su ama.Que si no lo juraba, primero lo usaría y luego tendría que matarlo, pero si lo hacía le daría la vida eterna, el sonrió y me dijo: A partir de este momento eres mi dueña y señora y quiero vivir una eternidad contigo.
Ahora era yo quien reía a carcajada. El besó mi boca y dejé caer mi camisón al suelo, dejando mi cuerpo al desnudo, mientras que bajaba sus pantalones y le desgarraba su ropa interior con mis uñas afiladas...Me penetro brutalmente en los escalones, sentía su miembro duro y tieso y notaba como me lo clavaba en mi sexo, como si de una estaca se tratara. Deje que se corriera a gusto y luego nos dirigimos a la cama. Allí ate sus pies y sus manos mi lengua recorrió cada pliegue de su piel y con mis uñas le hacia pequeños cortes en su cuerpo para luego beber, mis colmillos estaban completamente fuera y el comenzó a gritar, yo le recordé que le había prometido la vida eterna y era una mujer de palabras. Besé su cuello para buscar sus venas y cuando di con ellas, le hinque el diente, y comencé a succionar hasta que el quedo inconsciente. Me recosté a su lado a descansar un instante. Tu morirás pero no desengrado, pensé...morirás de cansancio sexual.... era el clímax de un éxtasis total que hacía mucho tiempo no vivía.
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Con las primeras sombras del anochecer me encuentro abandonando el laberinto de tumbas del cementerio que me albergó durante tanto tiempo. Una enorme luna llena se levanta en absoluta blancura y serenidad por el horizonte. Mis pasos son vacilantes. Mis piernas están entumidas y pesadas, apenas puedo mantener el equilibrio mientras camino por la enmarañada senda rumbo a mi otrora mansión. Una voraz debilidad hace estragos en mi cuerpo y la sed reseca mi boca llagada. Mis carnes se sacuden en espasmos dolorosos e intermitentes. Pero aun así sigo avanzando... Veo llegar la hora de la venganza y eso es lo que más me da fuerzas para desandar el camino. La imagen de Elibeth, su cuerpo tan deseable, los momentos de lujuria y pasión arrebatadora de mi vida con ella, invaden mi mente febril y por momentos perdida. El solo hecho de pensar en ella me quema la piel. Nada me había perturbado mas que el descubrimiento de su traición, nada me había enceguecido más que el saberla junto a otro hombre a la que ella había convertido y que ahora la poseía y la disfrutaba. Nada me había dolido más que junto a su amante me envenenaran y me sepultaran en ese humedecido mausoleo para siempre. Sin embargo a pesar de esa estaca que ella me había clavado en el corazón al arrojarme a ese ataúd, la tristeza de pensar que la perdería por toda la eternidad me causó estragos en el alma. Cuando había andado ya la mitad del camino algo me detuvo e hizo que me ocultara entre las malezas que bordeaban la senda. Aguzé mis oídos y de repente el sonido cristalino de unas risas llegaron hasta mi. La luz plateada de la luna iluminó de pronto las figura de dos jóvenes enamorados que corrían hacia mi dirección. La visión de esos cuerpos rozagantes y llenos de vida me abrió un apetito voraz. El deseo de sangre fresca, dulzona, tibia, me invadía los sentidos, me causaba un anhelo y una locura incontrolables. Necesitaba beber de ese líquido rojo y vital, para que pudiera ser testigo de mi nueva resurrección. La pareja de jóvenes pasó jadeando a pocos metros de mi y, el olor a vida me impregnó en un instante las fosas nasales. Me relamí de placer imaginando sus venas abarrotadas del vital elemento espeso y rojizo.
Minutos después e ignorando mi presencia envuelta en la penumbra, yacían tumbados sobre la hierba fresca, a punto de fundirse uno en el otro en una cópula plagada de jadeos y suspiros. Las pertenencias que el muchacho llevaba encima volaron por el aire y casi cayeron a mis pies. El brillo reluciente de una espada destelló entre el revoltijo de sus ropas. La levante y acomode su empuñadura entre mis manos. Me acerqué lentamente, silenciosamente hasta sus cuerpos enlazados, transpirados y desenfrenados. La espalda del joven se movía en un galopante vaivén. Elevé la filosa hoja hacia el cielo y volcando las pocas fuerzas que conservaba en mi cuerpo la deje caer sobre ellos con toda la violencia de que fui capaz. Se hundió la espada atravesando sus cuerpos simultáneamente y partiéndoles el corazón, se clavó en la humedad del suelo. Alaridos de dolor rasgaron el macabro silencio de la noche. Me lancé sobre los despojos aun ardientes y enterré con desesperación mis hambrientos colmillos en el cuello aun palpitante de la hermosa muchacha.Sentía el tan deseado elixir invadir mi boca, saciar mi sed apabullante y llenarme de vida nuevamente. No se cuanto tiempo permanecí bebiendo el néctar tan preciado de sus venas. Lentamente me puse de pie, desenterré la espada de sus cuerpos inertes, la cargué conmigo y seguí mi camino hacia la ya cercana mansión. Mi venganza estaba a punto de consumarse.
La fachada de la gran mansión se dibujó de repente ante mis ojos. Con la nostalgia a flor de piel me quede extasiado observándola por largos minutos. A medida que me acercaba a ella se hacia más imponente. Mis piernas temblaron al comenzar a subir las amplias escaleras de acceso a la majestuosa mole de cemento gris que me recibió envuelta en una espesa atmósfera cargada de presagios.
Estiré mi mano hacia el enorme portal y este cedió ante la leve presión de mis dedos. Siempre estaba abierta...pues nadie que fuera desconocido osaba poner sus pies en la tenebrosa edificación.
Avance por los silenciosos corredores, oscuros, interminables y que conocía tan bien...Se me aceleró el pulso al detenerme ante la puerta de la alcoba principal. Las sienes me palpitaban al unísono con los latidos del desbocado corazón.
La puerta yacía entreabierta, una tenue luz de velas apenas iluminaba en su interior. Me deslicé a la habitación como un ladrón se introduce en el escenario de su raíd delictivo.
La escena que se presento ante mis ojos me aniquiló. Ahí yacían los dos autores de mi desdicha eterna. Tendidos en la cama, sobre la blancura de las sábanas..dormidos, entregados al placer, esta vez del sueño...sin imaginar siquiera a la muerte rondar tan cercana.
Tomé nuevamente la espada teñida de sangre...rocé con su filo apenas en el brazo del hombre que acusó recibo del pinchazo helado del acero en su piel...lentamente se enderezó y sus ojos otearon en la semi oscuridad. Debió escuchar mi alocada respiración, porque en un segundo se sentó al borde del lecho. No le di tiempo ni siquiera de sorprenderse. La espada buscó la garganta, atravesó su cuello y en una milésima de segundo, la cabeza salió despedida al centro de la alcoba en medio de un rió de sangre. Elibeth despertó en ese segundo crucial y lo que vio no pareció encajar en su obnibulada mente. La miré con todo el amor y la pasión con que la había recordado y deseado todo este tiempo.
Su grito de terror me sacó de ese instante eterno y a la vez fugaz del abismo sideral donde mi alma oscura había descendido...la vi escapar desnuda a través de la cortina del tiempo que parecía detenido...espada en mano salí tras ella mientras mi desenfrenado corazón parecía salirse de mi pecho.


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Salí huyendo de la habitación presa del pánico. La imagen de Malcom desangrándose y su cabeza casi al borde de la cama mirándome con sus ojos desorbitados me espantó. No podía dar crédito a lo que mis aterradas pupilas acababan de ver. Lucien había regresado...era increíble. El aire helado de la noche me castigó en la cara, y seguí corriendo hasta llegar al borde del arroyo que cruza detrás de la mansión... Mire hacia atrás al oír un sonido aterrador. Sin pensarlo cruce el arroyo, ya que al otro lado estaban las cuadras. Mi cuerpo desnudo estaba empapado y el viento frio y gélido lo azotaba. Nuevamente oi unos ruidos tras de mi...era él, pude verlo a lo lejos, no corría, se acercaba erguido y seguro de que me iba a alcanzar. Entré rápidamente a las cuadras y cerré la puerta por dentro. El rasguido de sus uñas rascando el portón, hizo que mi cuerpo se estremeciera y a la vez que me excitara, a sabiendas de que venía a matarme. Me quedé aguzando, mi sexto sentido clavado en esa puerta...Me dí cuenta que necesitaba sentirlo dentro de mí. La imagen de una mantis religiosa vino a mi mente desbocada. De una patada tiró el portón al suelo...permanecí inmóvil, con esa mirada que el ya conocía...noté como su expresión pasó del odio y la venganza a la rabia y al deseo. Se colocó muy cerca de mí, acerco su boca a la mía rozando mis labios, pero sin llegar a besarlos. Acaricio mi nuca y enredo mis pelos entre sus dedos...tiro fuertemente de mi, arrastrándome de los cabellos, hasta una esquina del granero, la cual estaba llena de objetos antiguos, tan antiguos como nosotros. Cogió dos tablones y los unió en forma de cruz. Me puso sobre ellos estirando mis brazos, uno a cada lado y los amarro al madero...mi cuerpo estaba mojado de deseo, me ponía más exitada el hecho de que me tratara tan mal...me hacía desearlo cada vez mas. Se dirigió a un viejo armario y cogió un martillo y clavos...mis ojos estaban aterrorizados, pero mi sexo cada vez estaba más mojado. Coloco un clavo sobre la palma de mi mano y lo introdujo de un solo golpe de martillo clavando mi mano a la gruesa madera... repitió la misma acción con la otra...yo le pedía, le rogaba, le suplicaba que introdujera su clavo en mi sexo, ese que palpitaba entre sus pantalones. El arrancó de un tirón los botones de su camisa...con sus uñas rasgo la carne de su pecho y me dio a beber de su sangre...yo la tragué ansiosa, voraz...acerqué mi rostro y hundí mis colmillos entre sus costillas...y succioné casi dejándolo seco...El se separó de mi y termino de desnudarse, abrió mis piernas y cumplió mis ruegos, se clavó en mi interior y mis manos se soltaron del tablón, el dolor era intenso y a la vez excitante, mi orgasmo fue brutal, ahhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! y el también gimió, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!! Tras interminables minutos se me quitó de encima y se puso en pie...yo me levanté y mire a mi alrededor. Vi su espada afirmada en la pared, corrí a por ella, el me miro y antes de que pudiera reaccionar le atravesé el corazón. Lo mire a los ojos mientras moría...nuevamente me excite, comencé a masturbarme viendo como se debatía otra vez ante mí. Me puse ante él, introduje mi mano en su pecho y le arranque el corazón, necesitaba comer ya que a mi hacer el amor me abre el apetito y seguro que esta vez no volverá a la vida eterna. Yo decidiré quien vive eternamente y quien muere al instante..porque ese es el primer mandamiento de la vampiresa que mora en mí... jajajajaajaja.

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Autores de este relato:
AMOR:
http://aceptarseaunomismo.blogspot.com/
EL MIEDOSO:
http://elfos-misterius.blogspot.com/