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domingo, 10 de abril de 2011

UN NUEVO AMANECER






Pasé tras de ti rozando mis manos por tus nalgas, seguí caminando hacia el otro extremo de la sala y mientras tu cuerpo hacia mí contoneabas mi sexo casi se derrite impregnando mis muslos de mi flujo tan espeso como una baba.






Te plantaste ante mí con ambas piernas separadas, yo quise mirar a tus ojos, pero mi mirada en tus pechos se clavaba. Tus pezones largos y tiesos hacían que me desesperara, tuve que cruzar las piernas de lo fuerte que mi clítoris palpitaba.


Mi boca se hacía agua y mis manos ya no controlaba, extendía una de ellas y mi dedo hizo un gesto para que aun mas te acercaras, tu avanzabas despacio y en mi boca, fija tu mirada, yo pegue mi nariz a la tuya y tu aliento me cautivaba, tu boca entre abierta y la mía que se acercaba, el roce de tu lengua me desestatizaba, te sujete de los glúteos y tu boca me tragaba notando como tus pezones sobre los míos aun más me calentaban.




Te arrime contra la pared, tus piernas en mi cintura enganchaba y mis manos tu cuerpo restregaban, pase mis dedos por dentro del hilo de tu tanga y casi sin esfuerzo dentro de tu ano, uno de ellos se colaba. Tu legua en mi boca se deslizaba, mordías mi labio y tu saliva en mi boca dejabas. Tus besos me embelesaban mientras mis otros sentidos se despertaban.

Mis latidos en tu mano se clavaban, mientras mi tanga de flujo se empapaba, mis manos de tus pechos no se separaban, Deje que tu espalda de la pared hasta el suelo se resbalara, abierta de piernas sobre tu cara, tus manos en mis nalgas y mis labios sobre tu boca se desplegaban, el aliento de boca me desarmaba, mis manos buscaban las tuyas para que mis pechos estrujaran mientras muy lentamente sobre tu boca me restregaba y antes de correrme, antes de eso la vuelta me daba, para comenzar un 69 y conseguir que nuestras almas nunca más se separaran, mi lengua recorría cada pliegue de tu rico coño y mi sed no se saciaba del flujo salado que tu emanabas.



Una vez nos corrimos mis brazos te rodeaban nuestros cuerpos desnudos yacían sobre la cama, esperando que llegara el alba para comenzar un nuevo día, una nueva etapa con mi cara colocada donde se supone iba el tanga.